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jueves, 30 de diciembre de 2010

Desde la tierra

Iba a 150 kilómetros por hora, atravesando la autopista a una velocidad de vértigo por la autopista en la antigua Harley iron de mi padre. Mi padre tenía más dinero del que le gustaría tener, pero ser el director ejecutivo de una prestigiosa empresa tenía sus consecuencias. Era una persona de cincuenta años, viuda y modesta. Se preocupaba mucho por mí, más de lo que debería, ya que me había sacado de demasiados líos. Sin embargo yo me consideraba una chica buena y modesta. Eso era en lo único que me parecía con mi padre, no me gustaba presumir de dinero, eso era de niñas mimadas, ricas y tontas. Algo de que estoy orgullosa de no ser.
Era una tarde de principios de junio, el sol aun permanecía alto en el cielo, una luminosa bola resplandeciente. Cerré los ojos un instante para disfrutar del momento y volví a abrirlos antes de internarme en las bulliciosas calles de Madrid. Había mucho tráfico, y molestos ruidos que resultarían desagradables a cualquier persona que viviera en zonas rurales o, incluso en las afueras de la ciudad. Fui salteando los coches hasta llegar a un descapotable blanco. El conductor estaba impaciente, y su copiloto aun más, no pude resistirme y les saludé con la mano burlándome de ellos antes de llegar a un cruce y hacer ronronear la moto de mi padre para después girar a la derecha dejando atrás a todos los coches y al descapotable blanco. Sabía todo el recorrido de memoria, lo habría recorrido más de cien veces, conocía cada edificio, cada tienda, cada baldosa antes de llegar al inmenso ático donde vivía. Era un piso magnífico, decorado por excelentes diseñadores y con unas impresionantes vistas al Parque del Retiro. El defecto era su tamaño, era demasiado grande para dos personas, dos personas que pasaban la mayoría de su tiempo en el instituto o trabajando hasta tarde. Siempre que llegaba la casa estaba vacía, silenciosa.
Llegué a las seis, suelo llegar siempre a la misma hora. Abrí la puerta con cuidado y me asomé por la rendija de la puerta. Silencio. Como todos los días, el sonido de los tacones era lo único que se escuchaba al caminar hacia el gran ventanal tapado por unas opacas cortinas grises, las abrí de par en par dejando que la luz entrara, cubriendo todos lugares sumidos antes por la oscuridad. Por un instante me cegó la luz, e interpuse mi mano entre el sol y mis ojos oscuros. La luz, me fascinaba, sabía que sin su existencia nadie existiría. Tan solo habría oscuridad, y todo aquello que sucumbiría sin ella.

jueves, 23 de diciembre de 2010

No fue solo mi imaginación

Prologo:
Música, música en mi interior. Acompasada con el débil latido de mi corazón, herido de muerte. El espeso humo me rodea, y casi no puedo respirar. Mi vista está nublada. De repente, me desplomo sobre el suelo e inhalo el humo que me inunda por dentro. Jadeo, intento escupir todo el humo, pero me es imposible. Me da igual, si no me quieres, si no te acuerdas de mi, no me importa. Te he visto una vez más y eso es lo que importa. Pienso, lo peor es que no te volveré a ver jamás, porque siento como la vida se me escapa gota a gota...
...Pero, antes que caer en la oscuridad veo una difusa sombra negra acercándose hacia mi. Es el fin...
No, solo es el principio...
-Te sacaré de aquí, te lo prometo-dijo esa voz-.pero por lo menos tienes que abrir los ojos, ¿de acuerdo?
Me cogiste en brazos, y me salvaste...Por eso simplemente te debo la vida.

domingo, 19 de diciembre de 2010

lo sabía...

En el fondo lo sabía, no apareciste... no me crucé con tu mirada... lo sabía, en el fondo lo sabía. Lo peor es que soy yo, soy yo la que piensa que todo se arreglará cuando mi vida cae en picado, soy yo la que piensa que de verdad me quieres, la que piensa que mañana llegarás y te estarás a mi lado.
En el fondo sabía, en lo más profundo de mi corazón que nada saldría bien esa noche, pero una parte de mi quiso confundirme, por eso ahora estoy acurrucada en una esquina, llorando, abrazada a mi peluche.

jueves, 16 de diciembre de 2010

lágrimas


No son solo dos lágrimas, es dolor reflejado en dos gotas que caen por tus mejillas.
No son solo dos lágrimas, son dos gotas llenas de soledad que silenciosas caen y estallan contra el suelo.
Y, es un corazón roto cuando ves su mano con otra que no es la tuya.
Sientes todas miradas que se clavan en ti como agujas. Gritas, gritas por dentro y sientes que tu corazón envuelto en hielo se rompe en mil pedazos, y te hace daño, tanto que quieres salir corriendo.
Y, es desesperación cuando en tu cabeza suena una canción triste y amarga que repite una y otra vez., se te nubla la vista, es como si cayeras en la oscuridad, y quieres desparecer.
Pero qué pasa cuando tu deseo se hace realidad? Las miradas no se clavan en ti, simplemente te traspasan. Y ya no gritas, no puedes, te vence el silencio. Y ya no hay ninguna canción, ni imágenes, solo ves como el mundo se mueve a la velocidad de la luz y permaneces inmóvil.
Pero, siempre quedaran los recuerdos...
Y me doy cuenta de que no es dolor lo que reflejan las gotas que resbalan por mis mejillas, ni son gotas llenas de soledad las que caen y estallan contra el suelo, me doy cuenta de que son solo lágrimas.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

tu y yo

Nadie sabe lo que siento, nadie, ni siquiera él.
Pero llegará el día, en el que aparecerás por esa puerta, todo el mundo se sorprenderá de volver a verte de nuevo, y las chicas se iran acercando a preguntarte como va todo. Y dará la casualidad de que yo estaré en la otra esquina de la sala, sin prestar mucha atención a lo que mis amigas me estén contando, y dará la casualidad de que miraré un vez más hacia la entrada, entoces, tal vez por casualidad tú mirarás hacia la otra esquina de la sala.
Nuestras miradas se cruzarán, se notará la electricidad a mi alrededor, pero no sabré  lo que ocurrirá a continuación...
Tal vez apartaré la mirada enseguida, tal vez te miraré y te sonreiré, tal ver permanezca así toda la noche...
Pero nunca llegaré a saber lo que pasará hasta que entres por esa puerta, y que por casualidad nuestras miradas se encuentren una vez más.

martes, 14 de diciembre de 2010

Querido diario:

Lo has escuchado mil veces, y lo escucharas mil veces más.¿ Pero acaso tú sabes la respuesta? ¿Sabes por qué relleno estas páginas tan rápido? Porque no tengo una estúpida mejor amiga a quien contarle el chico que hace que sienta mariposas en el estómago, o contarle por que diablos me siento tan sola...