No es justo, no lo es, enamorarse y que siempre todo te salga al revés. Todas las historias que has leído terminaron con un final feliz, tu mejor amiga, la tímida, acaba que empezar una relación con un chico que estuviste a punto de conseguir si el miedo no hubiera jugado en tu contra. Eso no te gustó. Pensabas que habías aprendido la lección pero te vuelves a ver con los ojos rojos de tanto llorar porque hace unas horas habías mirado por casualidad al lado equivocado y le habías visto a él y a ella.Y por enésima vez aquí estas, sola en tu habitación, sobre tu cama. Han pasado horas… son la tres de la mañana y no has dejado de maldecir tu penosa vida. En la funda de tu almohada hay gotas negras del rímel que acaba de resbalarse desde tus pestañas. Con la mirada perdida sigues sin aprender a hacerle una armadura a tu corazón, sabes que jamás se curará del todo, porque sabes que el miedo te va a seguir a donde quiera que vayas. Porque en el fondo sabes que no te vas a enfrentar a él. Lo peor es que siempre de das cuenta cuando el dolor ya está causado.
Piensas que no es justo. No, no lo es. Y ahora es cuando llega lo peor, esos recuerdos que son inevitables recordar, que son imposibles de borrar, sabes que vas a tener que vivir con ellos. La gente dice que sonrías. Les miras con una sonrisa, pero no de felicidad sino de comprensión. Nadie que sabe lo que es te rompan siempre el corazón, y que éste no conozca como es cuando no es correspondido, nadie que lo supiera te animaría a sonreír. Aunque al fin de al cabo son amigos, y esa es su función, preocuparse.Pasan los días… empiezas a sonreír, a fingir de nuevo que todo va bien, que te da lo mismo lo que pase. Deseas que alguien se de cuenta…nunca lo hacen. Y continúas con tu patética vida, sufriendo por algo que, en realidad, es mejor evitar.
